A lo largo de los últimos años hemos visto un cambio en la gestión del directivo, de cómo gestiona la empresa, el negocio, su equipo. Hace poco más de 15 años, cuando eso de internet empezaba a pitar, los directores generales estaban la mayoría de su tiempo en su despacho, despachando, valga la redundancia. Rara vez le veías… o te lo cruzabas en el ascensor o en el baño.
Hoy en día, al menos bajo mi experiencia, la figura del directivo está más presente en todo ámbitos de la empresa, los de siempre (antes era a través de una carta firmada que estaba en el portal de empresa) y los nuevos entornos del SXXI: participando en la política de RSC – Responsabilidad Social Corporativa-, difundiendo contenido en en Redes Sociales (mira a Pallete de Telefónica)… hasta en reuniones de brainstorming con equipos “multidisciplinares”, pasando por una comida informal con los becarios.
De hecho, la dirección de una empresa ha evolucionado: antes eran organigramas sencillos, con un director general del que caían los directores de los diferentes departamentos: Recursos Humanos, Contabilidad, Marketing, Ventas, Operaciones y poco más. Ahora no sólo hay nuevos puestos que no existían antes sino que la nomenclatura es bajo el formato: CXO. Me explico:
- CEO: Chief Executive Officer , el “capo di capi”, el mandamás. El p*** amo.
- CMO: Chief Marketing Officer, el de marleting
- CIO: Chief Innovation Officer. También lo podemos encontrar como CTO: Chief Technology Officer.
- CFO: Chief Financial Officer
- COO: Chief Operations Officer
Ya, ya sé que esto no se da en todas las organizaciones. Se suele dar en grandes corporaciones, grandes empresas con más de mil empleados. No es muy común en pymes, aunque he visto empresas pequeñas que usan esta terminología en su organización. De hecho suele ser muy común en las empresas de tecnología, recién creadas, las míticas startups.
La paradoja del directivo
Pues, bajo mi punto de vista, se está dando una paradoja, la paradoja del directivo que radica en que ya no se dedica a dirigir el negocio vigilando la cuenta de resultados, ahora se dedica a gestionar todo lo que se mueve en la empresa; desde el uniforme de los recepcionistas, hasta el asunto del email que se va a mandar a los clientes, pasando por el color del botón de comprar de la web… El directivo de hoy no sólo se lee el press clipping a primera hora, se revisa los principales KPIs de su particular cuadro de mandos, se estudia la cuota de mercado de su competencia y da charlas en mesas redondas de lo más trendy. Recuerdo aquellos tiempos cuando solo veías al jefe máximo cuando cortaba la cinta para inaugurar algún activo de la compañía.
Para ello el directivo de hoy tiene que pilotar de muchos temas que antes ni sabía ni le importaban: visitas únicas a la web, quejas de clientes en redes sociales, qué influencer ha publicado contenido de su empresa. Uf! Todo esto requiere de un equipo que no solo debe hacer su trabajo sino que además debe enseñar y educar al jefe de cómo se gestionan las nuevas tecnologías… y lo más importante, cómo afecta a la marca.
El directivo del siglo pasado era un señor con traje con un perfil eminentemente financiero. Hoy es un o una “chic@ para todo” pero en formato senior y con un perfil más digital que analógico. Tiene sentido. Con esto de la “transformación digital” nos hemos puesto las pilas todos, desde los nuevos perfiles que se fichan hasta los clásicos que llevan 20 años en la empresa. Es la única manera de adaptarse a los cambios tan rápidos y en tantos ámbitos.
Recuerdo hace casi dos década, a principios del 2000, tuve un presidente que tenía un handicap por debajo de 4. Eso, para el que no pilote el tema del golf, es de profesional. Muy profesional. Es como estar en el Top 1000 de la ATP. Pues bien, este CEO cerraba acuerdos de miles de millones de dólares en el campo de Golf de Silicon Valley. Tenía hasta un jet privado. Eran otros tiempos, ates de que explotara la burbuja tecnológica.
He pasado por varias empresas a lo largo de los últimos años donde el director general ya no era esa persona “gris” a la que había que tratar de usted. Eso ya no se lleva en pleno SXXI. El directivo de hoy es moderno, en su vestimenta, en su manera de comunicar, en su manera de escuchar (ahora escucha más a los nuevos que a los que llevan años bajo su mandato por eso de que traen aire fresco e ideas nuevas). Es más cercano, más directo, más educado incluso. Ahí hemos ganado todos, espero… sobre todo que ya no hay que llamarle de Don o Doña.
Aunque hay de todo queridos lectores. También he tenido alguna mal experiencia con algún directivo. Realmente solo una, por suerte. Pero no se puede tener un director de marketing que no sabe de marketing. Para ser honestos, no fue culpa de él, eso es culpa del que le puso ahí. Si estás en una situación parecida lee este artículo, puede que te ayude.
Definitivamente me quedo con el directivo de hoy. Creo que se puede hablar con él o ella de forma abierta (cuidado con el “sinceridicio”) de los temas que te preocupan y de los que puedes aportar valor para mejorar. Todos debemos aportar a la empresa y el directivo más. Va en su sueldo.
Este post va dedicado a aquellos directores que me han aportado, que me han desarrollado como profesional, aquellos de los que he aprendido, de los que me llevo un buen recuerdo, de los que me sacan una sonrisa cuando pienso en ellos. A ellos les deseo lo mejor tanto en su carrera profesional como en su vida personal. Gracias Íñigo, Pablo, María y Sonia.